Entrevista. Pedro Antonio Muñoz Moreno
«No hay nada que supere la actitud de Numancia ante la vida y en defensa del territorio»
Si tuviera raíces en los pies, traspasaría el espacio y el tiempo (de tan profundas). Afirma Pedro sin temor a equivocarse que Numancia ganó. Y le creemos. Nos mueve entonces dónde encontrar la derrota y dudamos de si mirarnos al espejo y ver si nos devuelve o no alguna herencia de aquel pueblo grande y soberbio que sabía por qué luchaba: la vida y la tierra. Hablar de numantinismo en el siglo XXI puede ser -comillas, comillas- arriesgado.
Pregunta.– Ahora que conmemoramos batallas año tras año, ¿cuál encabeza usted y por qué?
R. No encabezo ninguna batalla. Estoy en un conflicto más que en una lucha porque la gente se sienta orgullosa de su pasado y su patrimonio. Y que de ese orgullo y de ese conocimiento nazcan soluciones para el presente y para el futuro.
P. ¿Conflicto por qué?
R. Podría decir que, evidentemente, la vida es una lucha. Pero yo me planteo más la cuestión de que es un conflicto, entre lo que queremos y lo que existe y las posibilidades que hay de transformar lo que existe por lo que queremos. De ahí surgen muchas fuerzas, unas que contrarrestan a otras, porque no todo el mundo queremos lo mismo y no todo el mundo lo queremos de la misma manera. Lo que para uno es progreso para otros es decadencia. Y en ese conflicto lleva la cultura humana desde el Neolítico.
P. Oiga, ¿Numancia ganó o perdió?
R. Bueno, eso es interesante. Ganó, ganó. Ganó porque podía haberse quedado en una mera anécdota, en un episodio bélico más. Lo que pasa es que sirvió para, dentro de las luchas de la República romana, la mitificación de una familia que era la más poderosa de la época, que era la de los Escipiones. Y eso hizo que se pusiera un valor especial dentro del mundo romano y que quedara como una situación casi mitológica.
Esto lo han estudiado muy bien, especialmente Alfredo Jimeno y Nacho de la Torre que escribieron un libro sobre la significación ideológica de Numancia, que es de lectura obligada para todo el que quiera hablar de Numancia.
P. Quizá se hable demasiado...
R. Cuando hay conceptos que se sitúan en el ámbito mítico, pueden ser utilizados por muchas -vamos a decirlo así- banderías, para cualquier cosa, porque según el significado que le quieras dar, puedes buscar una finalidad. La verdad es que hay que ir cada vez más a las fuentes y a los que han estudiado el derecho histórico de Numancia y lo que ha sido después. No hay que olvidar que El cerco de Numancia, de Cervantes, se representó durante la Guerra Civil por los dos bandos, como ejemplo de que se podía resistir y llegar a dar la vida por un ideal... valeroso y honroso.
P. ¿De qué es aprendiz?
R. Pues de casi todo. Hay una frase muy de filosofía positiva que dice que hay que ser aprendiz de todo. Y es una contradicción porque me he dedicado casi toda mi vida a enseñar y me ha pasado todo el día y toda la vida aprendiendo.
P. Vencer te hace fuerte, como a Roma. ¿Qué proporciona la derrota?
R. Aquí habría que hablar del Arte de la guerra, de Sun Tzu. La derrota fortalece mucho más que la victoria, porque hace que uno reflexione de las circunstancias que han dado esa situación. Mientras que la victoria suele favorecer pensamientos -a ver como lo digo- muy autocomplacientes.
P. ¿Le ocurrió eso del aprendizaje de la derrota?
R. Me ha pasado a mi y lo he visto. Hablamos de derrota en el sentido de no consecución de los objetivos como se tenían planificados. Derrota parece que es una aniquilación y excepto en situaciones muy excepcionales las derrotas no crean desiertos, aniquilamientos. Nosotros nos llamamos Tierraquemada, pero en realidad Numancia siguió existiendo después de su conquista por Roma.
No existió una derrota completa, sino que la población siguió viviendo, con sus costumbres, viviendo en su territorio. La historia sí nos enseña que la mayoría de las veces la respuesta que somos capaces de dar a la derrota hace que seamos más fuertes y más preparados para el futuro, siempre y cuando haya una actitud de resiliencia y no de aniquilación.
P. ¿Cuál es mi papel en Tierraquemada?
R. En la actualidad llevo la dirección escénica. Intento dar forma a sentimientos en espectáculos que van dirigidos a un público. Intento convencer a las actrices, actores que tenemos muchas cosas que expresar, pero que hay que expresarlas de una forma que sean comprensibles por el público, sabiendo claramente en qué contexto nos expresamos. Estamos en un mundo de la recuperación del patrimonio histórico que lleva muchos años en Europa, especialmente en el mundo anglosajón. Aquí en España han tenido también algunas manifestaciones como por ejemplo Tarraco Viva, que llevaba funcionando hace más de 30 años, y otro tipo de festividades que se enmarcan más en el mundo de lo festivo. Nosotros dijimos desde el principio que nuestro cometido no podría ser ése. Nos movemos en un mundo que es entre lo festivo, con un porcentaje bajo, y lo didáctico, pedagógico y la difusión patrimonial, que es bastante más.
P. Dígame una batalla suya en la que descansar.
R. Como persona, yo tengo varias batallas en las que creo que no me permito descansar: fundamentalmente la defensa de lo público, la educación sobre todo, la sanidad y el sistema de bienestar social. Creo que esas son batallas en las que no se puede descansar. Yo por lo menos no me lo permito. Y hay otra batalla en la que sin descanso, sí me gustaría continuar. Es la reivindicación de que es posible vivir en una tierra como la Serranía Celtibérica, la Celtiberia, lo que hoy conocemos como Soria, más extensiones. A mí me causa cierto sonrojo algunas soluciones que se dan a esta tierra sin conocer ni el pasado ni el presente y vendiendo futuros imposibles. Es una batalla en la que no pienso descansar.
P. ¿A qué le devuelve su implicación con el numantinismo, verano tras verano?
R. Me devuelve a la vinculación con el territorio. Cuando hacemos la representaciones o estamos en Numancia, y sobre el paisaje que vivieron aquellas personas, para mí no hay nada que supere -emocionalmente- la actitud que tuvieron ante la vida porque sabían que estaban defendiendo, no solamente una forma de vida, sino también una relación con el territorio. Algo posiblemente telúrico. Por eso me sigue sorprendiendo siempre que que voy que todo este territorio esté completamente -comillas, comillas, comillas- civilizado. Desde Numancia se ve Valonsadero, la zona donde están unas pinturas rupestres que tienen miles de antigüedad. Se ve que ahí existió una latencia de la tierra y a mí eso me emociona mucho. Y me emociona mucho también poder transmitir ese sentimiento en las actividades con Tierraquemada, tanto en la provincia como en otros lugares de España.
P. ¿Qué abismo media entre aquella actitud con el territorio y la de ahora?
R. Los contextos no han cambiado. Cuando he sido profesor de Secundaria todos los años me empeñaba en llevar a mis alumnos al Museo Numantino y a que recorrieran la ciudad de Soria porque tenían que sentir algo suyo. Todas las personas tienen que tener una vinculación con el medio y tienen que ver la relación que tienen con el con ese medio. Si se vive de una forma emocional y emotiva, esa relación da mejores frutos. Creo que eso se ha perdido, aunque es una visión mía. Se buscan más otro tipo de contextos más globales, mundiales, que hacen que uno se despegue de lo suyo.
El concepto ha cambiado con los contextos. Ahora vemos el Moncayo como un límite, entre Castilla y Aragón o entre provincias. Y en su momento no era un límite, era el centro, lo que se veía desde todos los lados.
Ahora hay que buscar otra relación con el territorio. El territorio se ha convertido en un obstáculo más que en algo que da sus frutos y permite vivir. El territorio ha expulsado a la gente, cuando se vio que ya no era necesaria tanta población para manejar un sistema agrario que estaba hundido en Neolítico, y cada tractor nuevo que entró expulsó a cinco familias. Y claro, la industrialización hizo que posiblemente la mentalidad que tengamos del territorio sea de algo más bien negativo, lejano, excluyente. Habría que ver esa mentalidad, redimensionarla, siendo conscientes de que los tiempos pasados no van a volver. Pero el territorio sigue estando y las personas y sus sentimientos siguen estando.
P. ¿Con qué sueña Tierraquemada?
R. Yo sueño con que Tierraquemada consiga movilizar todos los entornos económicos, sociales, políticos, culturales para elevar el yacimiento de Numancia a una dimensión nacional e internacional, con un centro de interpretación contemporáneo, ya no digo moderno. Con toda una serie de actividades alrededor y que esa modernización del yacimiento de Numancia se haga extensiva a toda la cultura celtibérica de la provincia de Soria y que también sirva para la difusión de la provincia de Soria y el crecimiento económico cultural social de esta tierra.
Creo que ése es el sueño de Tierraquemada y por eso estamos trabajando. Queremos dar la imagen de que es posible esta difusión. Por otro lado, hay otro sueño que es más global: decir que es posible la identificación de las personas con su historia y con su patrimonio y que, como muchas veces nos repitió Alfredo Jimeno, solamente un pueblo que conoce lo que tiene es capaz de defenderlo. No se defiende lo que no se conoce porque no existe.
P. ¿Es el numantinismo y no hablo de fútbol?
R. Poner el nombre de Numancia a eso, a cualquier institución, es creer también en ello. El numantinismo sería eso, tener los pies en la tierra y defenderla, involucrarte, hacerte casi una amalgama con lo que es tu tierra, tu paisaje, tus raíces, tu patrimonio, la historia, con las familias y generaciones que han vivido antes aquí, han resistido y nos lo han transmitido.
P. Algún error tuvieron que cometer. Dígame uno que comparta con ellos.
R. Sí, con cometieron uno. Bueno, ellos no. Es una lucha cultural y tecnológica. Dentro de lo que eran los límites de la cultura mediterránea de entonces, los celtíberos, los numantinos no tenían el adelanto tecnológico que había en las culturas que vinieron a expansionarse. Y esa es una llamada que también hay que hacer para el futuro. Si queremos resistir -comillas, comillas, comillas- tenemos que estar preparados con la tecnología que impera en el momento. Si no, por muy puros que tengas los sentimientos, por muy enardecido que sea tu espíritu, difícilmente se puede luchar contra una tecnología superior. Ahí Soria se ha sabido jugar su futuro, dedicándose casi exclusivamente a la exportación, que es la preparación de nuestro jóvenes: salen preparados con un sistema educativo muy desarrollado en la provincia, pero tienen que salir a estudiar fuera porque no pueden trabajar aquí. No hay contexto socioeconómico para acogerlos.
P. Uno siempre quiere estar del lado de todos modos. ¿De qué lado está?
R. Si el vencedor es una persona consciente de por qué ha logrado la victoria y qué tiene que hacer para desarrollar los frutos de esa victoria, yo también sería capaz de estar del lado del vencedor. Igual que estaría del lado del perdedor si supiera hacer lo mismo. Analizar por qué ha sido la derrota y sacar consecuencias. Lo importante no es el hecho, sino cómo se vive ese hecho.